A pesar de los avances en la movilidad eléctrica, surge una inquietud importante que impacta en la adopción masiva de coches eléctricos: su marcada depreciación. A medida que la Unión Europea establece directrices ambiciosas para reducir la contaminación vehicular, la reticencia de los conductores persiste, y un estudio reciente de GANVAM-DAT arroja luz sobre un aspecto poco explorado: la depreciación del 47.1% en tres años para los coches eléctricos.

En contraste con los vehículos térmicos, diésel y gasolina, que experimentan una degradación del 33% y 29%, respectivamente, la depreciación de los coches eléctricos se ve influida por una serie de factores únicos. La falta de estandarización y la rápida evolución tecnológica son elementos clave. La constante mejora en la duración y capacidad de las baterías, así como avances en la eficiencia de la recarga, contribuyen a una depreciación más acentuada al hacer que modelos más antiguos se vuelvan menos atractivos frente a las versiones más modernas.

La inestabilidad tecnológica, alimentada por el constante desarrollo en la esfera de la movilidad eléctrica, se manifiesta en la depreciación acelerada de los coches eléctricos. A pesar del crecimiento sustancial en la oferta de estos vehículos en la última década, la falta de estandarización y la llegada continua de modelos mejorados contribuyen a un patrón de depreciación más pronunciado.

El estudio destaca el precio inicial elevado de los coches eléctricos como un factor determinante adicional. Aunque algunos modelos logran cierta paridad de precios, la diferencia sigue siendo considerable. La anticipación de una equiparación de precios a medida que la tecnología se vuelva más asequible podría contrarrestar este fenómeno y allanar el camino para una adopción más generalizada de la movilidad eléctrica en el futuro cercano.

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